creación, construcción, movimiento… la magia de la música.
La percepción es algo que penetra en nosotros ante la observación de algo que
se nos presenta y que implica un reconocimiento de lo que estamos percibiendo y
una asociación a algo conocido, muchas veces de forma involuntaria.
Cuando percibimos un sonido, la percepción es instantánea; oímos por ejemplo,
el sonido de una sirena, e inmediatamente lo reconocemos, pensamos en los
bomberos o en la policía, sabemos de una forma involuntaria lo que es ese
sonido y nuestra mente lo asocia a algo que ya conoce.
Esta percepción de las diferentes manifestaciones del sonido se cuida mucho en
la primeras etapas infantiles para lograr una buena educación auditiva y así
poder reconocer fácilmente el sonido que durante toda nuestra vida nos
acompaña, es nuestro “fiel compañero”, no lo olvidemos, y conocerlo y saber
identificarlo es casi nuestra obligación, el está ahí para que nosotros le
aceptemos y valoremos.
Cuando el hecho sonoro es musical entonces esa percepción se produce de una
forma gradual, según se vayan sucediendo los sonidos musicales. A diferencia de
otras artes, que la contemplación se produce en el momento y en su totalidad,
en música la percepción se produce en el tiempo, hay que esperar un tiempo para
poder percibir la obra completa y poder tener una idea de su totalidad aunque
lo que vayamos percibiendo ya nos va dejando sensaciones, pero tendremos que
esperar a oírlo todo para poder tener una idea fiel de lo que estamos
percibiendo.
No se trata de reconocer y asociar a algo, se trata de sensaciones
que afectan a nuestra psique, a nuestra alma; entonces nuestro fiel compañero
se presenta de una forma muy especial, nos muestra su faceta más delicada, su
trabajo más perfecto; es como si nos demostrara su fidelidad mostrando su cara
mas bella como un regalo muy especial que nos hace.
Hay unos aspectos en la percepción musical que debemos conocer para tener una
idea más completa a la hora de deleitarnos con nuestras músicas favoritas y
autores preferidos, o también ante nuevas músicas que cada día surgen y
observar cómo ellas nos afectan.
Hablemos
algo sobre cada uno de estos aspectos contenidos en un hecho musical.
La melodía actúa sobre nuestra fantasía: la del propio autor y la del oyente,
porque, si bien, está concebida bajo unas circunstancias propias de su autor y
éste nos envía su mensaje, a nosotros nos puede sugerir otras diferentes o
alteradas porque también nosotros tenemos nuestra propia percepción con unos
condicionantes que influyen en la audición, lo que, a mi modo de ver, hace
enriquecer la percepción del hecho musical. Esto creo que es un hecho y se
demuestra al ver la diferente respuesta de los oyentes ante una misma obra, no
a todos les llega el mismo mensaje que el autor haya querido mostrar.
El autor crea una melodía, es su inspiración, su “alma” ahí reflejada; ahora
necesita construir algo sólido que le dé apoyo, identidad, refuerce el color,
la adorne y embellezca….esa es la labor de la armonía.
La armonía actuará sobre nuestro intelecto, de forma que podamos apreciar esa
labor artesana de combinar sonidos, de oír sonidos simultáneos que compaginen
bien y que es toda una labor intelectual muy complicada y sujeta a normas
basadas en los sonidos armónicos al percibirlos juntos. La armonía es toda una
ciencia y la armonización de una melodía es labor complicada.
El ritmo actúa sobre nuestro sistema nervioso, pero esta idea no tiene que ser
necesariamente negativa. Cuando decimos que algo actúa sobre el sistema
nervioso parece que debemos estar hablando de algo negativo…no, no debe ser
así. Evidentemente cuando escuchamos algún pasaje rítmico y una música tiene
muy marcado el ritmo, enseguida nos invita a movernos, es casi instintivo, si,
porque actúa sobre nuestro sistema nervioso y nos invita a expresarlo y
desarrollar esa faceta tan bella que es el movimiento de nuestro cuerpo.
Nada más bello que poder expresar la música con todo nuestro ser: el cuerpo y
el alma, porque no se concibe moverse sin que algo se haya conmovido dentro de
nosotros, es imposible poder moverse sin que haya un elemento que sea el que
haga que nos expresemos en el espacio, no es una movimiento mecánico, hay un
“alma” en todo ello.
EL RITMO,
que es el movimiento del sonido, el orden (o desorden) en el sonido, la esencia
misma del sonido, sin él no hay movimiento sonoro.
Conocer nuestras posibilidades de expresión musical y poder vivirlas plenamente
es algo muy importante para nosotros. Es altamente educativo y altamente
satisfactorio y mi deseo es que pudiera llegar a todas las personas, estén en
la etapa de la vida que estén, ya sean niños, jóvenes, adultos, ancianos, nunca
es tarde, mi experiencia me lo avala, yo he experimentado todo esto en el campo
de la música, de la danza y de la expresión corporal con personas de todos los
niveles de edades y algunos muy mayores (mas de 75 años) que, además de
divertirse muchísimo, de darles otra dimensión a sus vidas, les ha dejado una
experiencia única que nunca olvidaran, ni yo tampoco, porque su felicidad fue
también la mía.
María Dolores Velasco Vidal
"La prodigiosa aventura del sonido" está registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual de Madrid- año 2006
"La prodigiosa aventura del sonido" está registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual de Madrid- año 2006
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