lunes, 10 de junio de 2019

CAPITULO V: "UN CANTO PARA EL ESPÍRITU"


UN CANTO PARA EL ESPÍRITU

Voces claras y cristalinas que aportan nuevas sensaciones a nuestro espíritu...




Fragmento de la partitura de la Misa de Mediodía de Navidad que es lo que interpretan los monjes de la Abadía de Silos en el video que muestro.


La música ha ido tomando más protagonismo cada día, cada año, cada siglo.  Las manifestaciones artísticas musicales son cada vez más importantes y ya salen de ese recinto religioso para ser un deleite más en las sociedades de los pueblos, tanto los más avanzados como los que todavía no han evolucionado tanto.
Son destacables Egipto, la antigua Roma, Grecia, y sin olvidar los pueblos orientales con sus magníficos instrumentos de corte totalmente distinto a los de occidente, con el empleo de sonidos y escalas muy diferentes también, pero de una gran belleza y delicada sonoridad.

Nos vamos hoy a centrar en un momento muy importante de esa aventura maravillosa del sonido y la música.
Si en la palabra el momento mas importante fue el nacimiento de la escritura ( y su culminación con el invento de la imprenta), en la música pasa otro tanto de lo mismo. Hay que inventar por necesidad una forma de poder transmitir con fidelidad lo que se canta o interpreta en instrumentos, no se puede ir sólo con una transmisión oral, porque eso hace que al cabo de unos años, se vaya deformando y en menos del paso de unas generaciones se ha perdido o deformado tanto que ni se puede reconocer el original.

Los rudimentos de la primera escritura musical son unos signos, neumas (en griego “señales”) que se utilizan para orientar, al menos, la línea melódica, pero son muy primitivos todavía y poco concretos de tal forma que no es posible utilizarlos sin alguien que dirija y fije el tono y la altura sonora al coro, porque los neumas sólo indican la línea melódica , pero no la tonalidad ni la altura sonora de lo que se va a interpretar.

Los neumas expresan el movimiento y la direccionalidad del sonido. Consta de curvas, líneas ascendentes, descendentes y la combinación de todas ellas, para expresar de una forma, todavía incompleta, como se ha de interpretar. Esto se emplea en música vocal. El Canto Gregoriano más primitivo está escrito así. Es interesante saber cómo es la interpretación de dichos neumas. Veamos, pues, como en el propio Canto Gregoriano se interpretan estos neumas, estas señales.

Veamos primero qué es el Canto Gregoriano, eso que todos conocemos y que tan popular se ha hecho, incluso dentro de algunas músicas alternativas actuales.
Se llama “gregoriano” porque es el papa Gregorio I El Magno (Pontificado del 590 al 604) quien hace una gran reforma en la liturgia de la Iglesia y también en el canto de la misma. Fue un experto compositor, pero, indudablemente, no es él en tan poco tiempo de pontificado el que lleva a cabo la labor de componer, ni siquiera recopilar, todo el vastísimo repertorio que se le ha atribuido.

El Canto Gregoriano es un canto propio de la Iglesia, es un canto litúrgico y su contenido no es otro que las oraciones (la palabra) propias de la liturgia cristiana. El lenguaje es el  latín, que es la lengua universal de la Iglesia.

Teniendo en cuenta la propia musicalidad de dicha palabra: los acentos, las cadencias, las pausas, propias de la palabra, se crea una melodía que “calce”, es decir, respete perfectamente cualidades de la misma y surge un canto, que acomodándose a ello, además va enriqueciendo con melismas o adornos musicales varios, que harán de la palabra una manifestación de belleza y espiritualidad.

El Canto Gregoriano es monódico (una sola voz) y se interpreta a coro, sin acompañamiento instrumental. A veces, y dependiendo del criterio del que dirige y de las interpretaciones  de los propios monasterios, puede haber un solista a modo de dialogo con el coro. Como ejemplo de esto señalo que en dos versiones que poseo de “Puer natus est”  - una de la piezas mas bellas del canto gregoriano –  la del coro del Monasterio de Silos (Burgos, España) y la del Monasterio de San Pedro de Solesmes (Francia), en el primero todo está interpretado por el coro, y en el de Solesmes hay un solista que dialoga con el coro.

En cuanto a la notación musical, emplean en un principio sólo neumas, pero posteriormente aparece lo que se llama notación cuadrada, que está escrita en un pentagrama de 4 líneas. Esta notación es mucho más completa y ya se puede interpretar con más fidelidad las composiciones musicales.

Como ya he expresado antes, la notación por neumas necesita de un director que sea el que dé las pautas para poder interpretar el canto. Esos símbolos (neumas) también precisan de un apoyo por parte del director del coro y es quien va dibujando en el espacio, con su mano, esos signos para que los intérpretes sepan para donde camina la melodía y así poder aunar las voces del coro. Y un dato de interés es que el Canto Gregoriano es interpretado siempre por hombres, por eso es que siempre nombro “monjes”, porque son ellos y no ellas los que tiene ese privilegio, aunque en las abadías femeninas lo canten, pero siempre son hombres los que tiene la supremacía en ello.




La foto que se ve en el presente escrito, pertenece a un fragmento del Graduale Triplex que es el libro que contiene toda la liturgia de la iglesia en canto gregoriano. En ella se ve la notación musical cuadrada y encima y debajo de ésta unos “dibujitos” que son los neumas. Los de arriba son según la interpretación de Laon (Francia) y los de debajo de Einsiedeln (Suiza).

Como se puede deducir ya en este punto que estamos, -con una notación fijada en un pentagrama y con notas musicales, aunque también refuerzan con los antiguos neumas y los siguen expresando en dichas partituras- el canto eclesiástico pasa a manos de expertos; ya no es un canto popular que manejan las gentes , ahora está en manos de los estudiosos de la época, los que son capaces de crear , estudiar e interpretar el canto ya de una forma culta porque requiere conocimientos que la gente sencilla del pueblo no tiene. Estos personajes cultos son los monjes de los monasterios; es ahí donde se refugia la cultura en todas sus manifestaciones, y es ahí, en los monasterios, donde se guarda celosamente el saber de la humanidad.

Tenemos ante nosotros una música propia para la elevación del espíritu que nos proporciona un efecto altamente sereno y relajante; unas voces masculinas muy claras y cristalinas que nos proporcionan unas sensaciones diferentes a todo lo conocido y todo eso potenciado por ese ambiente que proporciona el estar interpretadas en los templos de las abadías, generalmente benedictinas, con esa sonoridad tan característica de grandes espacios con efecto de eco. Por eso, en la actualidad se valora y se emplea en diversas tendencias musicales como también en sus versiones originales, cantadas por los monjes.

Si tenéis oportunidad os recomiendo que oigáis  alguna interpretación de canto gregoriano, porque además de ser interesante por sí mismo, también os proporcionará un rato muy placentero.
Busquemos pues un lugar tranquilo, un asiento cómodo y una compañía agradable y dispongámonos a disfrutar de la paz, serenidad y espiritualidad que nos a va a proporcionar su audición y observareis como es altamente beneficioso para nuestro espíritu.

Maria Dolores Velasco Vidal

"La prodigiosa aventura del sonido" está registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual-año 2006











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